En
México, la manera de crear utopías es mediante la combinación de dos conceptos,
a lo que yo llamo “las dos co’s”: el
colectivismo y la competitividad.
El colectivismo se refiere a la participación en red
dentro de una ciudad, en donde los habitantes colaboran unos con otros por bienes
comunes, facilitando el desarrollo de una atmósfera pacífica, mientras que la competitividad se convierte en el aspecto más
influyente en la vida de las personas, pues implica el desarrollo de
capacidades para participar en el mercado internacional. Las ciudades
competitivas atraen inversión extranjera, generan empleo, forman una cohesión
social y por lo tanto ofrecen una mejor calidad de vida (Cabrero, 2003).
Para
que una ciudad sea competitiva a nivel internacional debe combinar algunos
factores económicos principalmente (Cabrero, 2003):
·
Participar
en el mercado regional, nacional e internacional de bienes y servicios.
·
Aumentar el
ingreso y el bienestar de los ciudadanos.
·
Ser
sostenible.
·
Tener
cohesión social.
Todo esto se resume en establecer factores de atracción, por
ejemplo, en México existe una mano de obra muy basta pero, sobre todo muy
barata. Una estrategia para impulsar la competencia es creando mejores
condiciones de trabajo, capacitando a la gente, elevando la productividad, etc.
La clave se encuentra en
encontrar estrategias de competitividad y colectivismo en cada uno de los
siguientes nueve aspectos, los cuales, según Baumeister, son indispensables en
la planeación de una nueva ciudad (Sánchez, 2007):
·
Condiciones
de vivienda.
·
Tráfico.
·
Provisión
de agua.
·
Desechos.
·
Salud
pública.
·
Zonas de
interacción.
·
Control de
suelo.
·
Delimitación
de las alturas de los edificios.
·
Financiamiento
de planes.
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